Día terrible. Salvo al mediodía, cuando me levanté y charlé un breve rato con Marta Szinetar en el taller de escultura, he permanecido en cama hasta ahora. No he probado bocado en todo el día y, a pesar del hambre, no he tenido la fuerza de voluntad ni física para trabajar en el taxi. Se esperaba mi presencia en la oficina esta tarde para despedir a una de las socias de la empresa y no he ido. He debido buscar más cajas para mi mudanza y no lo he hecho. No he podido hacer más que yacer, despierto e inmóvil, en mi alcoba. Sólo ahora he reunido la fuerza suficiente para escribir esto y me dispongo a salir, débil por la ayuna, a hacerme con algo de dinero para meterle algo al estómago. Echo de menos a Ana Isabel. A esta hora estará, según me dijo, con Eduardo y Daniela en la presentación de sus portafolios de publicistas en el instituto. Estoy hecho una piltrafa y acabo de darme cuenta de que hoy es viernes 13. Quizá por eso hoy me he sentido como un cadáver en descomposición. La mugre, la mugre, la mugre.
(11:00 p.m.)
La soledad no es una circunstancia, sino un estado de ánimo. Cualquiera que haya vivivo en una ciudad cosmopolita y sentido la soledad en lo más profundo de su ser, aun rodeado de una multitud, lo sabe bien. Aunque no se tome plena conciencia de ello, uno siempre está solo. Se diría que hay una orfandad inherente a la condición humana que está fuera del alcance del afecto y la compañía de terceros. El amor también es precario ante estos abismos. A lo sumo, ayuda a sobrellevarla, mas la soledad a menudo permanece intacta. Georg Büchner, en La muerte de Danton, lo expresa por boca del héroe con lucidez perturbadora: Sabemos cada cual tan poco del otro. Somos paquidermos, nos tendemos las manos, pero no sirve de nada. Apenas llegamos a restregarnos las corazas. Estamos muy solos. Habría que ser, a un tiempo, uno mismo y el ser amado para sentir a fondo lo que puede el amor en esta materia. Creo que la brecha entre el amante y lo amado no puede cerrarse del todo. Amar es querer entrar en otro, escribió Baudelaire, pero ¿quién lo ha logrado?
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