Hará ocho años que no publico nada en medios impresos ni revistas virtuales. Recuerdo que, una vez admitido en la Universidad de Los Andes, viví temporalmente con los familiares de un ex compañero de trabajo en un pequeño apartamento de Ejido hasta encontrar una residencia fija. No sé si fue porque la vivienda de esta familia estaba a un par de cuadras del diario Frontera o el simple hecho de que yo ansiaba ver mis escritos en letra de imprenta que una mañana, con todos los poemas que había escrito bajo el brazo, me dirigí a la sede del periódico y les dejé ese ex abrupto. Poco después, recibí una llamada de la redacción anunciándome que Fiesta de letras, un poema mediocre que ulteriormente proscribí de mi antología, aparecería en la edición del día siguiente. A partir de entonces, mis poemas empezaron a publicarse en Frontera con cierta regularidad y otros tantos aparecieron en el diario Los Andes. Hace un mes me llevé la grata sorpresa de hallar uno de esos poemas citado en la tesis de un estudiante de historia de la ULA. Ana Isabel me ha dicho que conoce a este estudiante, pues recuerda bien el título de la tesis, La estatuaria pública conmemorativa de la ciudad de Mérida (1842-2006), pero el nombre del estudiante escapa ahora a mi memoria.
En los últimos días, convencido de que ya era hora de desempolvar mis escritos inéditos, he enviado algunos a ciertas publicaciones. El señor Carlos Yusti, director de Arteliteral, ha tenido la gentileza de publicar mi ensayo Ricardo Piglia, el hijo pródigo de Borges que apareció en el número 24 de la revista virtual. Hace un par de días me informó que el 17 de este mes aparecerá A propósito del Hölderlin de Peter Weiss, el ensayo que escribí para mi curso de Teoría literaria con el Prof. Rafael Castillo Zapata.
He decidido poner a prueba mi pluma como articulista de opinión. El tintero es más estrecho, sin duda, pues el género amerita una capacidad de síntesis que sofocaría las pretensiones de un ensayo y, a decir verdad, aún no me acostumbro del todo. Aunque no soy columnista de ningún periódico, creo que me hará bien para obligarme a escribir habitualmente y abordar algunos temas de actualidad sobre los cuales he reflexionado últimamente. Mi primer artículo, La venezolanidad decadente o la tropicalización del kitsch, ya ha sido publicado por el diario Pico Bolívar en su edición del 7 de marzo y, según la reacción de una amiga de mi madre quien me hizo llegar su opinión por escrito, ha suscitado cierta controversia. El segundo, titulado Instrucciones para decir malas palabras, enfadar a unos cuantos chavistas y salirse con la suya, aún no ha aparecido en prensa. Según parece, el editor de opinión se ha acobardado.
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